LOS
PERSONAJES
Los Reyes Magos
Los pajes reales
San Nicolas vestido de obispo
El Santa Claus de nuestros días
El Caganer de Cataluña
La
historia de Rudolph
Los elfos
Los Santos Inocentes
Los Reyes Magos
Imaginarios o reales, los Reyes Magos han estimulado la mente de las gentes desde hace siglos. Y no solo la de los niños. Esta fiesta cristiana es ignorada, sin embargo, por la mayor parte de los países y no solo porque el significado vinculado a los regalos que se da en España y en otros lugares de América Latina se haya desviado en el resto del mundo a Papá Noel y Santa Claus en torno a la Navidad, sino porque, simplemente, no se le da ningún significado ni es motivo de celebración. Como todo lo que envuelve a la historia sagrada, hay pocas cosas comprobadas, sin embargo, hemos encontrado algunas probables que permiten marcar el recorrido seguido por los reyes en su camino hasta Nazaret y desvelar algunos de sus secretos.
Tres o ¿cuántos?. La única referencia en los Evangelios, está en el de Mateo 2. 1-12, pero no se indica cuántos eran los reyes ni de dónde procedían. Algunos creen que pudieron ser 12. Que eran tres y que representaban distintas razas es una idea que llegó mucho después y se incorporó en la tradición como un símbolo de los reyes del mundo llegando a adorar al Hijo de Dios. Se dice que Marco Polo, cuando llegó a la región mesopotámica, encontró tres enormes arcos que los lugareños describieron como tumbas levantadas en honor a los tres Reyes Magos y, al parecer, Santa Elena, madre de Constantino, que encontró de todo en Tierra Santa, además de la cruz de Cristo, se trajo los restos de los reyes, que se veneran en Milán y Colonia.
Ni reyes, ni magos. Tampoco en el Evangelio se habla de reyes, aunque sí de magos. Claro que en aquella época, mago era equivalente a sabio. Esta palabra en castellano viene del griego "magoi" y del latín "magi", que significaban "sabios" y que están indudablemente relacionadas con la palabra persa "magu". Magu era el nombre que tenían los poderosos e influyentes sacerdotes persas de la religión del profeta Zaratustra, también llamado Zoroastro. Así como los hebreos esperaban la llegada del Mesías anunciado por Isaías, los seguidores del profeta Zoroastro también esperaban un Mesías y las fechas pueden coincidir con el nacimiento de Jesús.
De Oriente. Lo único que parece claro en los textos bíblicos, es que venían de Oriente. Pero de ¿dónde exactamente procedían? No había grandes ciudades en el cercano oeste de Jerusalén que pudieran tener a señores tan bien vestidos y con tanto acceso a riquezas. Damasco estaba al norte, Meca y Medina estaban al sur. Quizás la hipótesis más acertada y aceptada hoy en día es que vinieron de la región de la antigua Persia que hoy es Irán e Irak. La tradición y pinturas encontradas en las catacumbas cristianas muestran imágenes de los reyes, vestidos con ropas que pertenecían a la aristocracia persa. Otra teoría sería que procedían de Yemen y seguían la todavía hoy llamada Ruta del Incienso que unía Egipto con India a través de Arabia.
La estrella de Belén. Hay un evento astronómico y astrológico importante que ocurrió en tiempos del nacimiento de Jesús, la conjunción de Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis. Este fenómeno fue redescubierto por Kepler y esclarecido por el estudioso alemán Paul Schnabel en 1925, cuando pudo descifrar unas tablas con escritura cuneiforme que mencionaban el hecho en los cielos. Este fenómeno ocurrió en el año 7 a.C., fecha que se conjetura fue el verdadero año del nacimiento de Jesús.
Oro, incienso y mirra. Al parecer estos fueron los regalos que los visitantes dejaron al Niño. Además de que los tres tenían un alto valor en la época, también son significativos. Los regalos de oro (rey), incienso (espiritualidad) y mirra (muerte), se supone predecían el destino del niño de gobernar espiritualmente sobre todos los reyes del mundo y de morir algún día en la cruz.
La ruta en nuestros días. En el año 2000, dentro de los festejos de cambio de milenio, el californiano Robin Wainwright y otros 60 hombres de distintas religiones, se propusieron recrear el viaje de los Reyes Magos. Tardaron 83 días entre preparativos y viaje para llegar a Belén, una ruta de 1.600 kilómetros. Y probaron que un recorrido tan extenso no es imposible si los camellos están bien equipados y se organizan los períodos de marcha y descanso. El entusiasmo los llevó a cruzar por Irak, Siria, Jordania y Cisjordania. La ruta que siguieron fue trazada teniendo en cuenta viejos mapas y relatos de textos antiguos.
Melchor, Gaspar y Baltasar. Los tres nombres con que hoy los conocemos son tan arbitrarios y ficticios como los que se les dio en otras partes del orbe cristiano: Apellicon, Amerim y Serakin entre los griegos; Kagpha, Badalilma y Badadakharida en Siria; Ator, Sater y Paratoras en Etiopía, etc. En el siglo XVI las nuevas necesidades ecuménicas de la Iglesia católica llevaron a implantar un simbolismo inédito, identificando a los tres magos con los tres hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet que, según el Antiguo Testamento, representaban las tres partes del mundo y las tres razas humanas que lo poblaban, según se creía en esos días: europeos, semitas de Asia y africanos. Los americanos o los chinos y japoneses, ya conocidos en el siglo XVI, hubo que ignorarlos porque no se podían inventar nuevos reyes y menos sacarle nuevos hijos a Noé.
Los
pajes reales
Los
Reyes Magos son tres, pero los niños que
escriben sus cartas pidiendo juguetes son millones.
¿Cómo solucionar este problema? Muy
sencillo, gracias a los pajes, esos criados que
históricamente han sido siempre los fieles
ayudantes de sus amos, en este caso, los Reyes Magos.
Los pajes son los encargados de preparar las visitas
de los Reyes Magos a las diferentes ciudades y pueblos,
de organizar las cabalgatas, de dirigir a los camellos,
cuidarlos y darles de comer, de leer las cartas
y ordenarlas, y de ayudar a los Reyes Magos a entregar
los regalos. Sin personajes anónimos como
los pajes o los elfos, tened por seguro que las
Navidades no serían como son ahora.
San
Nicolas vestido de obispo
San
Nicolás nació alrededor del año
280 en Patara, una ciudad del antiguo distrito de
Licia, en Asia Menor, en el sudoeste de la actual
Turquía. Era hijo de una familia adinerada
y gozo de una buena educación. A la muerte
de sus padres regaló todos sus bienes y se
encamino hacia la vida religiosa, ingresando en
el monasterio de Sión. Fue ordenado sacerdote
a los 19 años por su tío, el arzobispo
de Myra, al que muy pronto sustituyo en el cargo
tras su deceso. Gran defensor de los dogmas católicos,
falleció siendo arzobispo de Myra cerca del
año 350. Fue llamado obispo de los niños,
por su amor a los pequeños, y se hizo muy
popular por su gran generosidad y amabilidad para
con los mas necesitados y los niños, a quienes
hizo beneficiarios de su fortuna personal. Su fama
se extendió mas allá de las fronteras
de su región y comenzó a ser protagonista
de gran cantidad de leyendas, atribuyéndosele
desde salidas nocturnas para repartir regalos entre
quienes lo necesitaban, hasta milagros como el de
calmar una tempestad y resucitar a un marinero egipcio.
De entre todos los relatos legendarios acerca de
san Nicolás destacan dos historias: una,
conocida como la de las tres hermanas, es la base
sobre la que se construyó el mito que le
convertirá en generoso repartidor de regalos;
la otra llamada de los tres hermanos, le hizo acreedor
al titulo de patrón protector de los niños.
La primera leyenda cuenta lo siguiente: En la ciudad
de san Nicolás, Patara, había tres
niñas que no se podían casar, ya que
su padre estaba arruinado y no tenia dinero para
sus dotes, razón por la cual el hombre había
decidido venderlas a medida que alcanzaran la edad
de ser desposadas. San Nicolás se entero
de esto y corrió a darle una bolsa llena
de monedas de oro en secreto a la mayor, para su
dote. Otro tanto sucedió con la segunda y
la tercera a medida que llegaron a la edad matrimonial.
Según la leyenda san Nicolás, para
mantener el secreto, tiraba la bolsa con el oro
a través de una ventana y la envocaba en
uno de los calcetines que la niña en cuestión
colgaba para que se secase en la chimenea. A la
tercera de las niñas le reconocieron, con
lo que se hizo famoso por ello. En la segunda leyenda,
la de los tres hermanos, san Nicolás, que
iba de viaje, se detuvo en una posada a pernoctar
y, mientras descansaba, soñó que se
cometía un terrible crimen en esa hostería:
tres hermanos muy jóvenes y ricos que estaba
alojados ahí también, habían
sido asesinados por el dueño con el fin de
robarles sus pertenencias. Al despertar, san Nicolás,
encaró al posadero y lo obligo a confesar
su crimen, que no era el primero, había hecho
lo mismo con otros clientes a los que había
troceado y puesto en salmuera, para, finalmente,
servirlos a sus clientes como salazón de
cerdo. Los tres niños que todavía
no habían sido troceados son resucitados
por el santo. Estas dos leyendas y muchas mas le
dieron fama en Europa. Los vikingos lo adoptaron
como santo patrono, y de ellos paso a Rusia donde
se convirtió en santo nacional a principios
del siglo X. Pero su fama se extendió cuando
sus huesos fueron robados de Myra por unos marineros
que lo llevaron a la ciudad italiana de Bari, y
puesto en la Iglesia de san Esteban. Apenas llegado
ya empezó a obrar milagros y su fama corrió
como el viento por toda Europa. Desde mediados del
siglo XIII san Nicolás repartía los
regalos y juguetes durante la noche del 5 al 6 de
diciembre, pero tras la Contra Reforma católica
(1545-1563), surgió otro personaje, Christkind,
el niño Jesús, que repartía
regalos en el día de Navidad. El avance de
la tradición de los regalos del niño
Jesús forzó a que san Nicolás
pasara a entregar sus regalos el día 25.
La adorable misión de repartir regalos a
los niños en Navidad fue adoptada por toda
Europa, y el personaje encargado de hacerlo fue
desarrollándose a partir de la figura básica
del san Nicolás medieval mezclada con diferentes
leyendas locales (como los gnomos, el padre invierno
nórdico, la bruja buena italiana, y otros
mas). Así nacieron, por ejemplo, los legendarios
Kolya (Rusia), Niklas (Austria y Suiza), Pezel-Nichol
(Baviera), Semiklaus (Tirol), Svaty Mikulas (ex
Checoslovaquia), Sinter Klaas (Holanda), Father
Christmas o padre Navidad (Gran Bretaña),
Santa Claus (EE.UU.), Père Noël o padre
Navidad (Francia)... y otras muchas variantes del
mismo mito básico. Pero al gordinflón
de barba blanca y vestido con un traje rojo ribeteado
de blanco, que conduce por el aire un trineo de
ocho renos transportando un saco lleno de juguetes,
se lo debemos a las tradiciones holandesas y a los
escritores y dibujantes de Nueva York, EE.UU. La
Tradición de san Nicolás arraigó
de forma especialmente intensa en los Países
Bajos a partir del siglo XIII. Se lo llego a nombrar
santo protector de Amsterdam. Por aquellos días
se lo representaba vestido con ornamentos eclesiásticos,
con barba blanca, montando en un burro, y llevando
un saco o cesta con regalos para los niños
buenos y un manojo de varas para los desobedientes.
Mas tarde, hacia el siglo XVII solía llegar
en un barco que se llamaba Spanje (España),
con un caballo blanco, siempre acompañado
de su fiel sirviente moro Zwarte Piet (Pedro el
Negro), un siempre sonriente personaje que lleva
un saco lleno de golosinas que es lo suficientemente
grande como para que, cuando se queda vacío,
pueda meterse en el a todos los niños que
se han portado mal durante el año y se los
llevaba a España (un castigo horrible para
la época, ya que estaban enemistados con
España). Esta tradición familiar de
san Nicolás traspasó el Atlántico,
en el siglo XVII, junto a los colonos holandeses
que fueron a instalarse en la prometedora costa
este de Norteamérica. Los holandeses fundaron
Nueva Amsterdam en la isla de Manhattan, que luego
seria Nueva York. En este traspaso, Pedro en Negro
se quedo en el continente, ya que desaparece de
los festejos posteriores. Washington Irving amante
del folclore europeo, escribió su Historia
de Nueva York en 1809, en la que describe la supuesta
llegada del santo cada víspera de San Nicolás.
Lo describe ya sin ropas de obispo y dejo de montar
un caballo blanco para llegar en un corcel volador.
Fue tan popular a raíz de este relato que
todos, incluso los colonos ingleses, festejaron
la celebración holandesa. El nombre fue derivando
de san Nicolás, Sinterklaas o Sinter Klaas
hasta acabar siendo pronunciado como Santa Claus
por los angloparlantes. Había nacido un nuevo
personaje, al que todavía le faltaba para
convertirse en el actual gordo bonachón.
El siguiente paso en la transformación definitiva
de san Nicolás en Santa Claus ocurrió
el día 23 de diciembre de 1823, cuando apareció
un poema en un diario de Nueva York, titulado Un
relato sobre la visita de San Nicolás. Recién
en 1862 se supo que lo había escrito Clement
C. Moore, profesor de estudios bíblicos en
Nueva York. En este poema se ensalzó el componente
mágico del Nicolás de Irving y lo
hizo más creíble. Cambio el trineo
tirado por un caballo volador por uno tirado por
renos. Lo describió como un tipo alegre,
gordo y de pequeña estatura, asimilándolo
a un gnomo. Y lo mas decisivo fue que Moore situó
la llegada de Santa en la vigilia de Navidad, en
lugar de suceder el 6 de diciembre. Gracias a este
empuje, Washington Irving creo una sociedad literaria
en honor al santo en 1835. La imagen del gordo Santa
Claus la detalló al máximo el dibujante
Thomas Nast, que por Navidad publicó ilustraciones
de Santa Claus en la revista Harper's de 1860 a
1880. Nast añadió detalles como su
taller en el polo norte y su vigilancia sobre los
niños buenos y malos de todo el mundo. Él
le dio el color rojo y su vestuario de pieles. A
fines del siglo XIX y principios del XX la costumbre
del san Nicolás reinventado en Nueva York,
se fue extendiendo por casi toda Europa. Fundo sus
bases en Gran Bretaña como Father Christmas
o Padre Navidad, y de ahí pasaría
a Francia bajo el nombre de Père Noël
o papa Navidad, del cual derivaría Papá
Noél, como se lo conoce en España,
Argentina y gran parte de América latina.
En realidad no hizo mas que readaptarse a las antiguas
costumbres de san Nicolás u otros repartidores
de regalos.
El
Santa Claus de nuestros días
Pero
finalmente fue la Coca-Cola la que le dio su actual
aspecto en 1931. Para la campaña publicitaria
de la Navidad de este año, la Coca-Cola le
encargo a Habdon Sundblom que remodelara el Santa
Claus de Nast. Él creo un Santa Claus más
alto, todavía más gordinflón,
aunque más simpático, con un rostro
bonachón, de ojos pícaros, chispeantes
y amigables, con pelo cano y luenga barba y bigote,
también blancos, sedosos y agradables. La
vestimenta mantuvo los colores rojo y blanco, que
son los de la compañia, pero su traje se
hizo más lujoso y atractivo. A la imaginación
de todas esas personas se debe nuestro actual repartidor
de regalos. En realidad no hizo mas que readaptarse
a las antiguas costumbres de san Nicolás
u otros repartidores de regalos, que se barajaban
en los diferentes países del mundo. Actualmente
se lo hace oriundo de Hveragerdi, según los
islandeses, los noruegos dicen que vive en la ciudad
de Drammen, mientras que los finlandeses (la mas
aceptada) juran que e nació y vive en Rovaniemi,
todas estas son localidades turística. Según
los finlandeses hace siglos, un primitivo Santa
Claus (que ellos llaman Julemand) vestido con pieles
de reno, dejaba los regalos tallados en hueso o
madera en la puerta de cada casa donde viviera un
niño. Pero ahora ese gigante generoso vive,
desde hace 400 años, en un monte cercano
a la ciudad de Rovaniemi. Todos sabemos que vive
en el Polo Norte con muchos duendes que lo ayudan
a fabricar todos los regalos que le piden los niños
del mundo, y que reparte los regalos en un trineo
volador tirado por los siete renos a los que llama
Bailarín, Saltador, Zalamero, Bromista, Alegre
y Veloz, todos ellos liderados por Reno el de la
nariz roja, que fue él ultimo en integrarse
al grupo. Otros dicen que son ocho y se llaman Doner
y Cupid, que están cerca de Papá Noel,
Blitzer y Comet, Vixen y Prancer, y por ultimo Dasher
y Dancer. Eso que se comenta que los regalos son
dejados por los padres, es una terrible mentira
que quise echar por tierra con esta biografía
seria y concisa de Papá Noél o como
a ustedes les guste llamarlo.
El
Caganer de Cataluña
Es
la figura más característica de los
belenes de Catalunya y empieza a ser conocida poco
a poco en todo el mundo. Presenta muy variadas tipologías:
guardias civiles, reyes magos, papa noel, monjas,
pastores, jugadores del Barça o el Espanyol,
brujas, negros, legionarios romanos o bomberos,
todos ellos realizando la misma acción defecadora.
En general se le suele situar en una zona alejada
del pesebre, detrás de un arbusto, por ejemplo.
Tradicionalmente se contruían en arcilla,
material muy frágil pero últimamente
ya empiezan a verse versiones en plástico,
más aptas para decorar la casa graciosamente
todo el año sin miedo a que se rompa. Los
Caganers aparecen ya en los pesebres catalanes a
finales del siglo XVII, aunque no se hicieron populares
hasta el XIX. ¿Su significado? Muy sencillo:
con su abono enriquecen la tierra y proporcionan
prosperidad para el año siguiente. Además,
dicen mucho del sentido del humor escatológico
que tienen los catalanes. Se podría decir
que, después de Sant Jordi, el caganer es
la figura más emblemática de la mitología
popular catalana. Y si a alguien le parece irreverente,
que recuerde por ejemplo a Manneken Pis, el famoso
niño meón que lleva siglos haciendo
de fuente en una plaza de Bruselas. Por otro lado,
no hay que olvidar otra entrañable costumbre
navideña en Catalunya: el "Caga Tió".
Se trata de un tronco de árbol que simboliza
la naturaleza dormida durante el invierno, pero
que al ser golpeado con una vara o bastón
defeca para abonar de nuevo la tierra y reiniciar
el ciclo vital de la Naturaleza.
La
historia de Rudolph
Rudolph
fue creado en 1939 por Robert L. May, empleado de
una cadena de tiendas de Chicago llamada Montgomery
Ward. Le habían pedido una historia navideña
para promocionar la tienda, y Robert escribió
un poema sobre un reno inadaptado que con el tiempo
se ha convertido en parte esencial del folklore
de las Navidades. May se basó en el cuento
del Patito Feo y en su propia experiencia, ya que
de pequeño había sufrido en sus propias
carnes las burlas de los demás porque era
tímido y canijo. Así surgió
el personaje de Rudolph, un reno despreciado por
los demás renos por tener un defecto físico:
una nariz roja que además emitía luz.
El jefe de Robert tuvo dudas sobre el cuento, ya
que la nariz roja era un símbolo demasiado
relacionado con la bebida y los borrachos, aunque
finalmente acabó dando su visto bueno. Se
distribuyeron dos millones cuatrocientas mil copias
de "Rudolph the Red-Nosed Reindeer". En
1946 ya se habían impreso seis milones de
copias. En 1947, Robert consigue el copyright del
cuento, que se imprime comercialmente, se representa
en teatros y alcanza su máxima fama cuando
el hermanastro de Robert, Johnny Marks, crea las
letras y la melodía de una canción
sobre el reno. La canción se graba en 1949
y vende la increible cantidad de dos millones de
copias ese mismo año. Pero aún hubo
más. En 1964 se produce para TV un especial
sobre Rudolph con tal éxito que todavía
se sigue emitiendo en la actualidad. La canción
modifica algo el cuento original de Robert: En el
cuento original, Rudolph vive en un vulgar pueblo
de renos en un sitio inconcreto y es centro de burlas
por parte de sus compañeros. En la canción,
el tema se edulcora, y Rudolph pasa a ser un reno
de Santa Claus que vive en el polo norte y que destaca
por ser responsable, seguro de sí mismo y
con gran sentido del valor. Santa lo descubre casi
por accidente: mientras repartía los regalos
de Navidad en casa de Rudolph, nota un extraño
resplandor que emanaba de la habitación que
éste ocupa. Preocupado por las espesas nieblas,
que causaban accidentes y retrasos a sus trineos,
decide llevárselo consigo para que le sirviese
de faro y guía. Robert murió, rico,
en 1976.
Los
elfos
No
hablamos de hadas, ni de gnomos, ni de pixies. Hablamos
de elfos, esos pequeños seres alegres, juguetones
y algo traviesos que suelen ejercer de ayudantes
de magos o de otros personajes, como Santa Claus.
Su misión es la de fabricar, empaquetar y
ayudar a repartir los juguetes. Se les podría
considerar el equivalente cachondo de los pajes
de los Reyes Magos.
Su origen se remonta a la mitología Germánica
y Vikinga, en la que ejercían de divinidades
menores. Aparecen en gran cantidad de leyendas,
en algunos casos como representantes de los parientes
muertos, a los que se rendía culto. Con la
llegada del Cristianismo, los Elfos fueron relegados
a demonios o a curiosidades del folklore, aunque
lograron pervivir gracias a Papa Noel.
Los
Santos Inocentes
Cuenta
el evangelio según San Mateo que unos Magos
de Oriente preguntaban en Jerusalén dónde
había nacido el futuro rey de Israel para
poder adorarlo. El rey Herodes, temeroso de que
alguien pudiera reemplazarlo en el puesto de gobernante
del país, les pidió a los Reyes Magos
que cuando encontraran al Mesías volvieran
para decirle dónde se encontraba. Los magos
recibieron un aviso de Dios de que no volvieran
a Jerusalén. Herodes, enfurecido, ordenó
a sus soldados que mataran a todos los niños
menores de dos años de la ciudad de Belén
y alrededores. Y es en memoria de estas muertes
sin sentido, que los cristianos celebran el día
de los Santos Inocentes el 28 de diciembre. Este
mismo día es tomado en España, Latinoamérica
y en diferentes países mediterráneos
como la jornada tradicional para efectuar bromas
a seres que como aquellos niños inocentes,
sin saber ni entender, tuvieron que aceptar su destino.
En los países anglosajones se celebra el
1 de abril con el nombre de Fool's Day. Antiguamente,
los pasteleros hacían tortas saladas y se
clavaban monedas en el suelo. En la actualidad,
lo más usual es recortar un monigote de papel
y pegarlo en la espalda de un transeúnte,
que lo lleva sin enterarse. Algunos también
tiran petardos o hacen bromas de mal gusto y en
la TV o los periódicos aparecen noticias
falsas.