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NATURALEZA
Naturaleza y Turismo
Relieve
Clima, flora y fauna
Parques Naturales
Valles Pasiegos




Naturaleza y Turismo
Con un paisaje variado y bello y una climatología pocas veces extrema, los cántabros viven muy vinculados a la naturaleza y no sólo porque muchos la tengan como medio de vida, sino porque todos la disfrutan. No se dirá que el turismo interior se inventó aquí en Cantabria, pero sí se puede afirmar que fueron los propios cántabros los primeros que disfrutaron de su tierra y su paisaje. Ya en los años cincuenta, antes de aquella generación del seiscientos, cada domingo de verano las líneas de autobuses y los ferrocarriles que iban a las playas se abarrotaban de gentes que sabían apreciar lo que tenían. Y no sólo fueron las playas, fueron también los bosques, la pesca, la caza, los deportes de montaña, la búsqueda de una iglesia románica, el querer descubrir una cueva con pinturas prehistóricas, el gusto por una gastronomía modesta pero sabrosa o, simplemente, esa afición bien económica, sencilla, que es el caminar, no pasear, sino caminar; que se sabe de más de un reinosano que, en un día de ocio, se puso a andar y llegó hasta Santander. No es esta tierra para el viajero que busca un rincón donde pasar sus vacaciones dormitando; ésta es tierra para buscar, caminar, preguntar a un paisano dónde comprar unas bonitas albarcas talladas a mano o quién es aquel que dice haber visto al oso por los altos de Sejos; tierra para disfrutarla activamente. Más de 200 kilómetros de costa con más de 100 playas; una cadena montañosa con cumbres que superan los 2.500 metros de altitud; una decena de ríos con buena pesca y la mayor reserva de caza de España. Con este panorama resulta imposible viajar a Cantabria y no sentir que es un paraíso para los amantes de la naturaleza. Cantabria es una tierra para disfrutarla activamente y, ya que una de las formas más comunes de hacerlo es mediante los deportes, parece adecuado ofrecer un resumido panorama en el que se reflejen las actividades deportivas que mejor pueden practicarse, en contacto con la naturaleza, en las tierras de Cantabria. Si empezamos por los deportes relacionados con el mar, bastará con decir que pueden practicarse todos. Santander, Laredo y Castro-Urdiales tienen clubes náuticos que ofrecen diferentes servicios; Santander cuenta, además, con la Escuela de Vela Isla de la Torre, situada frente a la playa de la Magdalena. Para practicar el remo, la vela o el windsurf son buenas las aguas de las bahías y de algunos estuarios, aunque también se puede optar por las aguas a mar abierto. Otro tanto cabe decir del esquí acuático; y por lo que respecta al surf, aunque el oleaje del Cantábrico permite la práctica de este deporte en muchas playas, las que disponen de mejores olas son la de Los Locos en Suances y El Sardinero en Santander. En cuanto al submarinismo, tanto para disfrutar del paisaje subacuático como de la pesca submarina, la costa ofrece atractivos rincones en los sectores de San Vicente de la Barquera y Comillas, Santander, Cabo de Ajo y Santoña / Laredo. Si lo que se quiere es pescar desde la costa, bastará con llegar a ella, lanzar el aparejo y después esperar a que la suerte sea favorable. En cualquier caso, los puertos pesqueros son buen sitio para recabar información y adquirir el cebo o la carnaza adecuados. Si para hacer deporte nos alejamos de la costa y vamos a la montaña, hay que empezar dejando bien claro que la zona occidental de la provincia tiene mucho más que ofrecer gracias al macizo de los Picos de Europa y a la reserva nacional de Saja. Los Picos de Europa son el reino de la alta montaña, del alpinismo, del parapente, de las excursiones ecuestres y de alguna otra modalidad deportiva como la bicicleta de montaña. Todo ello puede practicarse por cuenta propia o con el apoyo de alguna organización del tipo de las escuelas de aire libre instaladas en la zona de Liébana. Las estribaciones de los Picos de Europa y los montes de Saja son ideales para el senderismo y la búsqueda de ese conocimiento que ofrece el contacto con la naturaleza. En la reserva de Saja se pueden cazar jabalíes, corzos, venados y liebres, además de varias aves como la sorda, la perdiz o la tórtola. El urogallo también habita estos bosques, pero para que no desaparezca es una especie vedada. Los ríos de Cantabria, casi sin excepción, están poblados de truchas y, algunos, de salmones, aunque en los últimos años algunas epidemias hayan hecho estragos en estas especies. Si se quiere practicar la pesca de río deben tenerse en cuenta los tramos acotados y los aparejos permitidos, de todo ello informan en el Servicio de Montes y Conservación de la Naturaleza de Santander. Quedan aún otros deportes como el golf o algunas experiencias que rozan lo deportivo, como el vuelo en aeroligero. El golf puede practicarse en el Real Club de Golf de Pedreña, cuyo emplazamiento frente a las aguas de la bahía de Santander hacen de él uno de los campos más bellos de España. Y, si se quiere dar un paseo a vista de pájaro, Aeroligeros del Norte, en Cóbreces, ofrece un bautizo de aire sobre la costa de Comillas y San Vicente de la Barquera y paseos turísticos sobrevolando distintas zonas de la región. Consideración aparte merecen los llamados deportes de invierno, para los cuales Cantabria ofrece sus instalaciones de la estación invernal de Alto Campoo, en las proximidades de Reinosa. Es ésta una estación que lleva funcionando más de veinticinco años y que ofrece cuantos servicios pueda precisar el aficionado, desde el alquiler de material de esquí, hasta las clases de los monitores de la Escuela de Esquí, pasando por las máquinas pisapistas y, naturalmente, por los remontes mecánicos. Alto Campoo dispone de aproximadamente unos diecisiete kilómetros de pistas a los que se puede acceder mediante cuatro telesillas y cinco telesquíes, con una capacidad de 7.000 esquiadores por hora.





Relieve
En distintos puntos de Cantabria podemos tener una visualización, por un lado, del tono azul del mar chocando con un litoral de arenales y rías con sus marismas, rodeadas por verdes praderías; y, por otro, bosques: unos de hojas verde oscuras, otros sin ellas, más arboledas geométricas que denuncian plantaciones. Todo ello bajo el telón de fondo invernal nevado de la alta montaña en el horizonte. Resulta que el paisaje regional está diversificado en variadas unidades ecológicas, consecuencia primera del contacto marino con la Cordillera Cantábrica. Los tipos de rocas y la distinta química de los suelos que provocan, así como la acción humana, han contribuido a los ecosistemas actuales. Así podemos localizar los siguientes:

- Praderas sumergidas marinas de algas de distintos colores, indicadores de distintas posibilidades de captación de luz, y de fanerógamas marinas, como las hierbas zosteras.

- Marismas en los estuarios de ríos, donde la vegetación adaptada a la salinidad y los invertebrados soportan en la cima de la pirámide alimenticia a diversas especies de aves, algunas con numerosas poblaciones.

- Ecosistemas de dunas y acantilados marinos.

- Encinares cantábricos asentados en sustratos calcáreos con matorrales de especies mediterráneas como acebuches y lentiscos, como recuerdo de periodos más secos.

- Bosques caducifolios definidos por las condiciones climáticas y bosques de ribera. La humedad permanente en algunos puntos, sobre todo del llamado 'piso montano', posibilita la formación de turberas, cuyos brezos, droseras insectívoras, algodones de pantano y, sobre todo, los esponjosos musgos esfagnos, propician la formación de turba.

- Alcornocales en zonas relativamente bajas y sobre rocas ácidas de Liébana.

- Matorrales 'subalpinos' de brecinas y enebros con ráspanos o arándanos en Alto Campoo, o bien de los espinosas enabios de Picos de Europa, una especie de genista de la zona occidental.

- Prados 'alpinos' largo tiempo cubiertos por la nieve y plantas de roca de alta montaña.

- Encinares mesetarios y quejigales, que forman los bosques meridionales, a los que acompañan matorrales espinosos de aulagas, espireas y agracejos, e incluso ejemplares de sabina negral en el desfiladero del Ebro, bajo el vuelo de los blanquinegros alimoches.





Clima, flora y fauna
La mayor parte de las tierras de Cantabria están bajo la influencia de un clima oceánico o atlántico, cuyas dos principales características son la de disponer de un régimen de temperaturas suaves y templadas, con una limitada oscilación térmica, y la abundancia de lluvias repartidas a lo largo de todo el año, con máximos en invierno. De este modo, en Santander la temperatura media del mes más frío (febrero) está en torno a los 9 grados centígrados; la temperatura media del mes más cálido (agosto) se suele aproximar a los 20 grados centígrados y las precipitaciones totales anuales superan los 1.100 mm. Partiendo de estos datos, que con ligeras variaciones podrían aplicarse a toda la franja litoral, cabe señalar que, a medida que se avanza hacia el interior, las temperaturas resultan más contrastadas, con inviernos algo más fríos y veranos ligeramente más calurosos. Al alejarse de la costa también aumenta la pluviosidad, salvo en la zona de Liébana, en torno a Potes, donde se produce un microclima de montaña con tan sólo 700 mm de precipitaciones anuales. A todo esto debe añadirse que en las zonas más altas los inviernos son largos y las nevadas frecuentes, con lo que es posible hablar de áreas cuyos rasgos climáticos se aproximan mucho a los denominados climas de montaña. El clima húmedo y templado de las tierras de Cantabria favorece la existencia de una abundante vegetación arbórea y de praderías naturales que son, sin duda, las formas más características de la flora de la región. Las especies de árboles más frecuentes son las propias del bosque atlántico caducifolio: robles, hayas, castaños, tilos, olmos, fresnos, avellanos o arces. Este tipo de vegetación se degrada a medida que aumenta la altitud, transformándose en matorral o en monte bajo. Las praderías naturales tienen una distribución irregular pues, aunque es cierto que predominan en el área costera, también se encuentran a lo largo de todos los valles, e incluso en las zonas altas de la cordillera, en los llamados pastos de altura o pastos de puerto. A estas formas de vegetación autóctona deben añadirse dos especies de repoblación, el eucalipto y el pino, que, sin negar su valor económico, han desplazado en muchas zonas a la vegetación propia de la región, deteriorando el equilibrio ecológico y, desde luego, eliminando biotopos propios de muchas especies animales e incluso de vegetación de sotobosque.





Parques Naturales
Parque Natural Saja-Besaya
Se encuentra en la zona centro-occidental de la Comunidad Autónoma, abrazado por los ríos Saja y Besaya. En su interior se encuentran los Montes de Ucieda y la Sierra de Barcena Mayor, donde encontramos una de las mejores representaciones del bosque atlántico caducifolio. La cota inferior se encuentra en la zona noroeste del Parque en torno a los 256 m. mientras que la cota más alta se encuentra en el extremo sudoeste en el pico Ijan a 2.084 m. En la parte central se encuentra el único núcleo de población dentro del Parque, el pintoresco pueblo de Barcena Mayor. Al norte de este pueblo se sitúan los cajigales de Quercus robur, que alcanzan el piso montano inferior hasta una altitud de 1.100 m. Al sur del núcleo y subiendo a través del piso montano encontramos unas de las más importantes masas de hayedo (Fagus silvática) de la región en los montes de Saja, Barcena Mayor y Palombera, acompañados de serbales, mostajos y tejos. Junto a estos hay que destacar pequeños bosques de roble albar (Q. petraea) entre los 900 y 1200 m. En el Parque también se encuentran pequeñas manchas de rebollos o tocios (Q. pyrenaica), así como castaños y coníferas de Pinus silvestris y P. radiata. En el piso supramontano (1.300- 1.700 m), se encuentran unos pequeños abedulares (Betula celtiberica). En esta orla y camino de las brañas y pastizales de los puertos, del que destacamos el de Sejos, están presentes los acebales (Ilex aquifolium), acompañados de espinos albares (Crataegus monogyna). Finalmente en el piso subalpino el paisaje esta presidido por las escobas (Genista florida) y los brezales de Erica arborea. Los vertebrados que aprovechan los variados ambientes del Parque están bien representados. Del grupo de los mamíferos destacan, el venado (Cervus elaphus), el corzo (Capreolus capreolus), el jabalí (Sus scrofa), el lobo (Canis lupus)y la nutria (Lutra lutra). Y entre las aves, destacan el águila real (Aquila chrysaetos), y la perdiz pardilla (Perdix perdix). El oso (Ursus arctos) que a principios del siglo pasado ocupaba algunas áreas, solamente tiene una presencia errática.

Parque Natural de Oyambre
Promovido a través de un movimiento de asociaciones conservacionistas, fue declarado por ley del Parlamento Regional. En él está representada la zona litoral, y en particular la costera. En su interior se hallan dos de los estuarios occidentales, como son la Ría de San Vicente y la Ría de la Rabia. Junto a éstos se encuentran diversos sistemas dunares, un conjunto de acantilados marinos y un enclave intermareal rocoso. La zona más continental está formada por praderas de alto interés paisajístico. En la zona más interior se encuentra Monte Corona, donde junto a una importante explotación forestal (eucalipto, pino, roble americano), se conserva un bosque mixto caducifolio. Dentro del Parque vive una población numerosa, destacando la Villa de San Vicente de la Barquera. El cabo de Oyambre divide al frente litoral del Parque en dos sectores. En el sector occidental se encuentra la playa de Merón, con sus dunas asociadas, destacando la presencia del borrón (Ammophyla arenaria), y el estuario de la Ría de San Vicente, que a su vez está compuesto de dos brazos, teniendo como escenario de fondo a los Picos de Europa. Estas rías son lugar de invernada para diversas especies de aves acuáticas. Los substratos fangosos y rocosos de las rías contienen importantes poblaciones de especies de invertebrados bentónicos, destacando por su aprovechamiento marisquero las almejas finas (Ruditapes decussatus). En el sector oriental, además de la Playa de Oyambre, con su peculiar punta de flecha que crece de oeste a este y sus dunas, encontramos a la Ría de La Rabia, que como en el caso anterior está formada por dos brazos. También estas rías albergan una población de aves invernantes como: Ánade silbón (Anas penelope), porrón común (Aythia ferina), garceta común (Egretta garzetta), zarapito real (Numenius arquata), etc.

Parque Natural de las Dunas de Liencres
Fue el primer ENP de Cantabria. Situado en la desembocadura del río Pas, en la zona central del litoral regional, donde se encuentra una formación dunar, considerada como una de las más importantes del norte peninsular por su interés geomorfológico, presentando unas especiales características ecológicas y paisajistas. El origen de esta acumulación de arenas se debe a la confluencia de la corriente litoral con la del río Pas, dando como resultado la disminución de la velocidad de ambas y el deposito de los sedimentos que arrastran, que son depositados por los vientos dominantes de O y NO hacia el interior del campo dunar. En el mismo se desarrolla una específica vegetación psammophyla, típica de los conjuntos dunares. El cordón litoral esta colonizado por varias especies de herbáceas, destacando la oruga marina (Cakile maritima). Presenta los tres característicos tipos de dunas. En las dunas primarias la especie dominante es la grama marina (Elymus farctus), que se encuentra acompañada entre otras de la lechetrezna (Euphorbia paralias). Las dunas secundarias se caracterizan por la presencia del barrón (Ammophyla arenaria), el cardo marítimo (Eryngium maritimum), la soldanella (Calistegia soldanella) y el lirio de mar (Pancratium maritimum). Y finalmente en las dunas terciarias indicamos la presencia de la manzanilla bastarda (Helichrysum stoechas), y la clavelina (Dianthus gallicus). En el año 1949, se realizó una extensa plantación de pino marítimo (Pinus pinaster) dirigida a la fijación de las dunas terciarias y algunas zonas de las secundarias. En esta zona debemos de citar a la interesante orquídea Epipactis phyllantis. Diversas especies de aves migratorias como anátidas, limícolas y garzas, utilizan el parque como zona de paso y de invernada. Entre las aves de paso destacan: Chorlito gris, chorlitejo grande, correlimos común, zarapito trinador. Las especies invernantes más frecuentes son: Garza real, rascón, polla de agua. También son abundantes las gaviotas reidoras, patiamarillas y sombrías.

Parque Natural de Peña Cabarga
Situado en la zona de la Marina, se encuentra al Sur de la Bahía de Santander, formando el telón de fondo de este estuario. El conjunto del parque destaca por su interés geológico y paisajístico. Está integrado por una pequeña sierra costera, alcanzando su cota más elevada los 560 m en el Pico Llén, desde el que se divisa una gran parte del litoral regional. La vertiente imbría se encuentra hoy ocupada por praderías, algunos cultivos y, sobre todo, por plantaciones de eucalipto (Eucaliptus globulus), que existían antes de la declaración del Parque. Así mismo destacan por su interés geológico y paisajístico los afloramientos calizos. Los yacimientos de nódulos de óxidos e hidróxidos de hierro existentes entre las arcillas de superficie han sido explotados desde la época romana. La explotación de las arcillas ha descubierto una bonita cartografía de torres y agujas producida por la disolución kárstica del conjunto de las calizas. Este karst fue catalogado como punto de interés geológico por el Instituto Geológico Minero en el año 1983. Las importantes transformaciones acaecidas -antiguas deforestaciones, explotaciones mineras, plantaciones de eucalipto- han reducido el interés de la vegetación y de la fauna, debiendo de destacar el: importante encinar con su cortejo de laureles (Laurus nobilis), madroños (Arbutus unedo), etc. Dentro de la fauna destacan el miIano negro como nidificante, el alimoche, el halcón peregrino y el cuervo. En las pequeñas masas de aguas encontramos entre otras aves acuáticas a la garza real (Ardea cinerea), polla de agua (Gallinula chloropus) y el zampullín chico (Tachibaptus ruficollis).

Reserva Natural de las Marismas de Santoña y Noja
En su interior se encuentran los humedales mejor conservados de Cantabria: El estuario del Asón (Marismas de Santoña), la Marisma de Victoria y las Marismas de Joyel. Junto a ellos se encuentran algunos de los encinares cantábricos costeros (Q. ilex) más representativos e importantes desde el punto de vista biogeográfico, que llevan como acompañamiento laurel, madroño, aladierno (Rhamnus alaternus), entre otras especies arbustivas. El enclave desempeña un papel fundamental en las rutas de aves acuáticas migradoras europeas, destacando el paso de la espátula (Platalea leucorodia), siendo la estación de invernada más importante del norte peninsular. Del estuario santoñés hay que destacar la vegetación marismeña representada por un conjunto de comunidades halófilas, que se distribuyen principalmente en función de la carrera de marea y de la salinidad. De éstas, destacamos las praderas de Zostera marina y Z. noltii, el espartinal de Spartina maritima, así como las salicornias (Salicornia dolichostacAya y S. ramosissima) y las formaciones vegetales arbustivas de Arthrocnemum perenne, Halimione portulacoides, Pucinellia maritima, etc. Finalmente en los bordes del dominio continental encontramos juncales, cañaverales y carrizales. La fauna bentónica está muy bien representada, habiéndose identificado más de 200 especies. Junto a una gran variedad de crustáceos y peces marinos, en el área se han descrito 33 especies de mamíferos, ligadas en muchos casos a los encinares. De las 120 especies de aves acuáticas, 16 nidifican en la Reserva y el resto son invernantes. Dentro de estas últimas destacamos: ánade silbón (Anas penelope), cerceta común (Anas crecca), correlimos común (Calidris alpina), zarapito real (Numenius arqueta), cormorán grande (Phalacrocorax carbo), eider (Somateria mollisima), etc. El espacio ha sido declarado Zona de Especial Protección par las Aves y está incluido en la Lista de Humedales de Importancia Internacional del Convenio de Ramsar.

Parque Nacional de Picos de Europa
Constituido en 1995 abarcando diez municipios de montaña pertenecientes a tres comunidades autónomas: Asturias, Cantabria y Castilla-León, con una superficie de casi 700 Kilómetros cuadrados. Es el parque nacional más extenso del país, conformado por tres macizos calcáreos, levantados durante el periodo Carbonífero, donde se encuentran algunas de las mayores simas del mundo. El parque Nacional es uno de los más visitados por turistas, montañeros o escaladores, para cuya asistencia están dotados de una amplia red de alojamientos y refugios de montaña. En Cantabria tiene una superficie de 15.200 ha. Esta formado por un conjunto montañoso formado por rocas calizas. Su variado relieve, con agujas, circos, collados, lapiaces, etc., da lugar a geomorfologías muy interesantes y a paisajes espectaculares. En la parte cántabra se incluye el macizo oriental de los Picos o macizo de Ándara. Bordeando al gran macizo se encuentra una orla forestal, que asciende a través de todos los pisos bioclimáticos desde el colino hasta el alpino. En las partes bajas de los valles existen bosques mixtos caducifolios de fresnos, arces, robles, castaños, tilos, etc. Según ascendemos por los pisos colino y montano encontramos los bosques de roble (Q. robur) y otros pequeños bosques de roble albar (Q. petraea). Los hayedos oligótrofos y eutrofos, son los bosques más abundantes del Parque, ocupando el piso montano. Es preciso reseñar la presencia de hayedos petranos, sobre calizas con escaso suelo, existentes en Valdediezma en Cantabria. En la orla forestal superior hay presencia de abedulares, con serbales y acebadas. Hasta los 1200 m en las zonas de los valles, el clima y la sequedad edáfica posibilitan la presencia de carrascas (Q. rotundifolia), como en el desfiladero de la Hermida y el valle del Urdón. Así mismo, preferentemente en los substratos silíceos, existen rebollares (Q. pyrenaica), citando en Cantabria a los situados en las proximidades de Peña Oviedo. En los roquedos y prados subalpinos de las cumbres, encontramos al rebeco, que se ve coronado por chovas piquigualdas, treparriscos y gorriones alpinos entre otras especies. La variedad y el grado de conservación permiten la presencia de oso, lobo, corzo, jabalí y una nutrida representación de otras 207 especies de vertebrados.

Parque Natural de Collados del Asón
Es el Parque de más reciente creación, declarado por Ley del Parlamento de Cantabria, está situado en plena Cordillera Cantábrica. El Parque es de singular interés por sus bellos paisajes, se asienta sobre un macizo calizo y, debido a su tradicional despoblamiento, el grado de naturalidad es elevado. Los dos rasgos que morfológicamente definen la zona son los procesos kársticos y el glaciarismo cuaternario. La disolución de las calizas ha dado lugar a importantes áreas de lapiaz y depresiones y en el subsuelo a simas, cavidades y conductos subterráneos, que en algunos casos tienen varios kilómetros. En el Parque nace uno de los siete ríos más importantes de la región, el río Asón, que nada más nacer se descuelga por una espectacular cascada, y que en su desembocadura da lugar a las Marismas de Santoña. La vegetación se corresponde con la característica del bosque atlántico caducifolio, dominado en este caso por el hayedo, y junto al mismo se desarrollan mostajos, majuelos, abedules y rebollos. Es digno de mencionar por su interés biogeográfico la presencia de encinar (Q. ilex), encontrándose situado en las zonas más insoladas y de litologías calizas que presentan sequedad edáfica alternándose en cotas inferiores con hayedo (F.sylvatica) que ocupa las zonas más húmedas. La fauna es característica de los ecosistemas típicos de montaña de la Cordillera. Junto al corzo, campean por el parque, el jabalí, y el zorro. En los último años también está presente el lobo (Canis lupus). La diversidad de cuevas favorece la presencia de quirópteros como el murciélago de Geoffroy (Myotis emarginatus, el murciélago de cueva (Miniopterus schreibersii) o el murciélago grande de herradura (Rhinolophus ferrumequinum) entre otros. Dentro de las aves de mayor envergadura hay que citar al buitre (Gips fulvus),el alimoche, y el águila culebrera. De las aves más pequeñas destacamos a la collalba común, la tarabilla, y el pito real.





Valles Pasiegos
Uno de los lugares más hermosos de Cantabria es la comarca Pasiega, un paraje que conserva su tradición y cultura con carácter propio y claramente diferenciado de la cultura montañesa del resto de Cantabria, y donde uno de sus rasgos más marcados ha sido el aislamiento, razón por la que conservan intactas hasta hace muy poco tiempo muchas de sus costumbres.

Valle del Pisueña
En el valle del Pisueña no se han encontrado vestigios de ocupación humana anteriores a la época medieval aunque en zonas próximas hay que destacar el importante conjunto prehistórico de Puente Viesgo con restos del Paleolítico Inferior o anteriores en la Cueva del Salitre en Miera y en la sierra de Cabarga donde se han encontrado restos, como el Caldero de Cabárceno, recipiente de cobre que se utilizó para labores mineras. Estos hallazgos nos obligan a pensar que este valle tuvo que estar habitado o al menos ser conocido por estos hombres durante la prehistoria y en las épocas posteriores, aunque no será hasta el comienzo de la Edad Media cuando aparezcan los primeros restos y las primeras referencias escritas de este valle. En la época medieval, con el poder abacial se empiezan a crear los primeros núcleos de población buscando la protección de los monasterios en este valle encontramos buen ejemplo con la fundación en el año 811 del doble monasterio de San Vicente de Fístoles, que llegó a convertirse en uno de los más influyentes de la época. A partir del siglo XII los campesinos libres se encomiendan a la nobleza laica, lo que provoca un aumento de poder de estos señores además del aumento de los linajes locales y las luchas que se establecerán entre ellos por conseguir mayores territorios y vasallos.

Valle del Miera
Los primeros asentamientos humanos en el valle del Miera se ponen de manifiesto en los restos encontrados en la Cueva del Rascaño, en Mirones, que datan del periodo auriñaciense (30.000 A.P), desde entonces se han podido constatar ocupaciones del solutrense ( 19.000 A.P) y azilense (9.000 A.P). En la edad de Hierro, los Cántabros, pueblo de origen celta, crean asentamientos en la zona de Liérganes. En la Alta Edad Media se produjo una repoblación de la parte alta del valle, aunque no es hasta el siglo XVI. En el año 1622 se instaló la primera fábrica de artillería, municiones y piezas de hierro colado, formándose un gran complejo industrial, llegando a su declive a finales del siglo XVII. Otro acontecimiento histórico que ha modificado la actividad económica de la zona fue la creación del Balneario en el siglo XIX aunque sus aguas ya se usaban a finales del siglo XII. Esta actividad continúa hasta el presente.

Valle del Pas
En el valle del Pas encontramos el rastro histórico en la huellas dejadas por los primeros pobladores del Paleolítico Inferior, medio y Superior en las cuevas del monte Castillo en Puente Viesgo. Otras prospecciones arqueológicas no han aportado material significativo aunque se conoce la existencia de una calzada romana que unía Julióbriga con Portus Victoríae (Santander) que bajaba por el puerto del escudo adentrándose en este Valle. Otro aspecto destacado es el origen del Poblamiento Pasiego, que se podría datar en los primeros años del siglo XI con una organización del espacio particular, caracterizado por la explotación individual basada en la distribución altitudinal de los pastos, asegurando el sustento estacional del ganado y que ha marcado el Paisaje actual.